Este 24 de marzo, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) completó con éxito 25 años de uso sostenible de yacimientos geotérmicos para la producción eléctrica. Actualmente posee la tercera capacidad instalada más grande de América (207 megavatios), detrás de Estados Unidos y México.
En 1994 inició operación comercial la planta Miravalles I, en el Campo Geotérmico Alfredo Mainieri Protti, ubicado en Bagaces, Guanacaste. Los pozos que dieron ese primer empuje de energía siguen activos y en producción, como resultado de la visión que el ICE implementó desde el período de investigación. La geotermia (extraer vapor del subsuelo volcánico para generar electricidad) es la única fuente renovable que no depende del clima, lo cual la hace firme, confiable y sostenida las 24 horas y todo el año.
Eddy Sánchez, director de Recursos Geotérmicos del ICE, señaló que la geotermia nace como una necesidad país ante la crisis del petróleo. “Los primeros estudios datan de los 70, mientras que los pozos se perforaron a finales de esa década en las faldas del volcán Miravalles, en Guanacaste. Es decir, el ICE estudió durante más de 15 años un recurso que es una garantía de producción para la matriz eléctrica, con un factor de planta superior al 90%”.
Costa Rica y la geotermia
El desarrollo de la geotermia en Costa Rica (en los campos Alfredo Mainieri Protti -antiguo Miravalles- y Las Pailas) ha permitido la recuperación boscosa de cerca de 1.400 hectáreas de potreros anteriormente dedicados a la ganadería y la agricultura en Guanacaste. Además de ser líder continental y mundial, el país integra un pequeño grupo de países productores, junto con Filipinas, Indonesia, Italia, Islandia, Japón, Kenia, Nueva Zelanda y Turquía.
En mayo próximo, el Instituto incorporará al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) la nueva planta Las Pailas II, sétima planta geotérmica del país, cuyos 21 pozos fueron perforados con la innovadora técnica direccional (no vertical), la cual es menos invasiva y más eficiente.
Con clara orientación hacia el futuro, manifestó Sánchez, la administración sostenible de los yacimientos permite su estabilidad durante la vida útil programada y además extenderla, “como en el caso del campo Alfredo Mainieri Protti, el cual amplió su tiempo de vigencia de 2030 a 2060”.
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