Por José Miguel Torrebiarte, vicepresidente de Progreso.
Para construir juntos la región en la que queremos vivir es necesario seguir impulsando la industria de la construcción y la infraestructura como catalizadoras del desarrollo y el progreso. Los esfuerzos para cerrar las brechas habitacionales y de infraestructura de la región impulsarán la demanda por cemento al mismo tiempo en que la preocupación global por la sostenibilidad y el cambio climático se hacen más evidentes. En este sentido, el compromiso verde de la industria cementera es fundamental para permitir que las obras e infraestructura que necesitamos en Centroamérica sean más amigables con el medio ambiente, comenzando desde el material con el que se construyen.
La producción de clinker es uno de los factores más relevantes en la huella de carbono de la industria teniendo en cuenta que este proceso libera el dióxido de carbono por el procesamiento de la piedra caliza mediante la calcinación del material rocoso. Por ello, cuando hablamos de un compromiso por la sostenibilidad, reducir el uso de este material en el cemento permite reducir los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero y el uso de energía.
En Progreso producimos actualmente uno de los cementos más verdes del mundo desde el punto de vista de la relación entre clinker y otras materias primas (más conocido como factor clinker), en nuestros productos. Mientras que a nivel mundial el valor de referencia del Factor Clinker es de 75%, en nuestros cementos para el año 2020 fue de 67,75%, garantizando así una menor emisión de dióxido de carbono por tonelada producida y un menor uso de energía. Para el año 2020, se emitió en el proceso de descarbonatación de la caliza, 14.98 kg de CO2 por saco producido, entre 1 y 3 kilogramos menos que el promedio de Centroamérica, Estados Unidos y Europa. De esta forma, ofrecemos a la industria de la construcción un producto de máxima calidad y compromiso con el medio ambiente.
Adicionalmente, en el marco de nuestra estrategia de Sostenibilidad 2025, estamos desarrollando un nuevo tipo de cemento que utiliza materiales alternativos como la arcilla calcinada. Materiales que no liberan CO2 durante su proceso de activación, para reducir aún más el factor clinker del cemento, con proyecciones de llegar hasta un factor de 48%. Este nuevo compuesto que se denomina LC3, no solo tiene una huella de carbono significativamente menor al promedio de la industria, también, no compromete sus capacidades de resistencia para ser utilizado en todo tipo de obras y construcciones.
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Por otra parte, también privilegiamos el uso de energías limpias en nuestra matriz energética y en la actualidad nuestro consumo proviene en aproximadamente un 70% de fuentes sostenibles. Así, logramos optimizar nuestra operación para minimizar el impacto ambiental producido más allá de la simple elaboración de cementos más sostenibles, realizando inversiones y adaptaciones técnicas necesarias para incrementar nuestra tasa de sustitución energética. Usar la energía de una forma ambientalmente sostenible es esencial para contribuir a que nuestros clientes en la industria de la construcción puedan reducir su huella de carbono desde la sostenibilidad de los procesos con los que se produce y comercializa la materia prima que necesitan sus proyectos.
En conclusión, la sostenibilidad de la industria cementera es fundamental para que la industria de la construcción se pueda seguir desarrollando, y con esto, siga contribuyendo al desarrollo de nuestra región, en un contexto de mayor preocupación ambiental y visibilidad de los impactos del cambio climático. El compromiso por producir un cemento de gran calidad que al mismo tiempo es uno de lo más verdes del mundo (desde el punto de vista de su factor clinker y matriz energética con la que se produce) es clave para que las obras e infraestructura que hoy se proyectan para la región sean viables y agreguen mayor valor a nuestra sociedad.
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