Por: Jorge Padilla C. , Asociado de la Cámara de Generación Distribuida
Toda inversión se hace con el fin de obtener una ganancia. Paralelamente se genera un riesgo, de ahí la conocida frase “A mayor riesgo, mayor ganancia”. Sin embargo, para el buen inversionista, los riesgos de un proyecto se miden desde el inicio con el fin de disminuirlos o eliminarlos del todo.
En el caso de los sistemas de generación eléctrica mediante paneles fotovoltaicos, el riesgo financiero es nulo. Siendo que no hay nada perfecto, entonces se deben valorar otros posibles eventos que hagan peligrar la inversión.
Temas como regulaciones, factores climáticos, y otros, son tópicos sobre los cuales los inversionistas hacen preguntas frecuentes. Pocas veces se detienen a comprobar la capacidad técnica del oferente de los sistemas y equipos, así como el cuidado y seguimiento de normas a la hora de ejecutar los proyectos.
En una instalación eléctrica, como lo son los sistemas fotovoltaicos, es sumamente importante que se cumplan los estándares necesarios para que el sistema funcione correctamente en el tiempo, se recupere la inversión y, principalmente, que nunca se convierta en un riesgo para la seguridad de la vida humana e inmuebles.
El avance de la tecnología ha hecho que hoy los módulos fotovoltaicos tengan una vida útil superior a los 30 años; pero el módulo se debe acompañar de una instalación adecuada que tenga una durabilidad similar, aún expuesta a elementos como desgaste normal por uso, factores climáticos, manipulación, entre otros. Para esto, existen una serie de reglamentos, códigos, buenas prácticas de instalación, que buscan lograr ese cometido.
Por ejemplo, Costa Rica adoptó el Código Eléctrico Nacional de la Agencia Nacional de Protección contra Incendios de los Estados Unidos de América, (NFPA, por sus siglas en inglés), como estándar para asegurar la calidad de las instalaciones eléctricas.
Mientras que, el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos de Costa Rica, CFIA, es el ente que debe velar por el cumplimiento del código, manteniendo la responsabilidad y control de estas instalaciones en ingenieros colegiados especializados en el campo, como encargados finales de hacer cumplir las regulaciones aprobadas para este tipo de obras.
Actualmente, el mundo vive una revolución energética. La necesidad de disminuir costos, descentralizar y digitalizar la energía y, muy importante, la necesidad de descarbonizar la economía para cumplir las metas del Acuerdo de París hacia el año 2050, sumado con los grandes avances tecnológicos crean una disrupción en el mercado con fuentes de generación renovables como la energía fotovoltaica y eólica.
Hoy es más económico generar energía limpia y renovable que hacerlo mediante fuentes sucias y finitas. Las grandes centrales de generación con carbón, petróleo y gas natural son tecnologías superadas. Costa Rica no debe quedar exento de estos cambios, y más bien debe aprovechar su liderazgo ambiental en el mundo para impulsar el cambio, aunque algunos sectores busquen mantener el modelo que ha estado vigente por 70 años.
Para garantizar esto, debe haber una concertación país, donde instituciones gubernamentales, el sector privado, la academia y el consumidor en general; velen por una correcta instalación e implementación de estas tecnologías. Es imprescindible que las instalaciones se hagan mediante prácticas probadas y aprobadas en el primer mundo, con equipos de primera calidad, y personal capacitado para realizar las instalaciones. El tercermundismo debe erradicarse de nuestras mentes. Se debe salvaguardar la vida, y se debe garantizar el retorno de la inversión de las personas y empresas que promueven el cambio en pro de un planeta mejor.
Es el momento del cambio. El mundo no se detiene ni siquiera en pandemia. La nueva disrupción viene en el transporte eléctrico. Las necesidades de energía eléctrica se incrementarán, cambiando el mercado como no se pudo haber previsto. El presente es un llamado a la ética de los involucrados en el sector. Si lo hacemos bien, el país, sus habitantes y el planeta en general se verán beneficiados. Si lo hacemos mal nos exponemos a convertirnos en el “Chernóbil Solar”. La calidad en las instalaciones, mediante buenas prácticas constructivas, debe ser el norte de empresarios, consumidores, gobierno y ONG’s; para salvaguardar la vida, y de paso estimular la reactivación económica. Hacemos un llamado vehemente a todos los sectores para que así sea, pero especialmente a los involucrados en la primera línea de batalla: ingenieros e instaladores, para que se formen y garanticen la seguridad de sus instalaciones.
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